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Como se ha comentado en entradas anteriores del blog, la situación que estamos viviendo desde hace un mes es cuanto menos impactante, y es normal que en ciertos momentos nos sintamos sobrepasados por las circunstancias. Si hay días que los adultos tenemos una sensación rara, estamos nerviosos, apáticos, más irascibles de lo normal, ¿cómo pueden sentirse los niños ante esta situación? ¿Quién no ha experimentado algún episodio de mal comportamiento en casa? Rabietas por no querer hacer los deberes, discusiones por no aceptar las normas,  no hacer caso a los padres, molestar o insultar a los hermanos y un largo etcétera.

Desde Ekai nos gustaría daros unas pautas para afrontar este tipo de situaciones en el hogar y conseguir que la convivencia con nuestros hijos sea lo más sana posible. Es probable que esta situación se alargue en el tiempo más de lo que nos gustaría y debemos conseguir comunicarnos con ellos lo mejor posible y tenerlos en cuenta en todo momento.

Sabemos que el comportamiento de los niños en ocasiones es un tanto disruptivo pero, ¿nos hemos parado a pensar en las causas de este tipo de conductas? En primer lugar y, quizás el motivo más importante, es que esta situación de encierro ha influido considerablemente en sus rutinas en muchos aspectos. Es posible que sus hábitos de sueño o sus horarios de comida se hayan visto alterados de alguna forma. En este sentido es importante establecer un horario y mantenerlo a la vista de la familia en todo momento, así como que los adultos hagan todo lo posible porque se cumpla. Debemos tener en cuenta que los niños son activos por naturaleza y necesitan hacer ejercicio físico para gastar energía. Por ello, resulta interesante encontrar momentos del día en los que puedan hacer algún tipo de actividad física, dentro de sus posibilidades, como por ejemplo establecer un circuito por casa con distintas ejercicios a realizar (bailar, correr, saltar, pasar la pelota con un hermano o con el adulto…).

 

Tras casi un mes de encierro, todos podemos estar un poco saturados, por lo que es posible que casi cualquier comportamiento del niño nos moleste y tengamos la sensación de que últimamente se porta peor de lo normal. Es posible que sea más movido o haga más ruido del habitual, pero es en este momento cuando tenemos que pararnos a evaluar la situación para corroborar o no que o bien el niño se está portando mal, o simplemente se está comportando como lo haría un niño de su edad.

 

Para poder considerarlo un problema de conducta, este patrón de comportamiento tiene que ser la forma más frecuente de actuar del niño ante determinadas situaciones y dicho comportamiento deber tener un efecto negativo tanto en el niño como en la familia.

 

Durante estas semanas de cuarentena puede parecer que vivamos en una noria de emociones. Los niños pueden sentirse muy contentos porque han estado hablando por la tarde con su mejor amigo por videollamada y, al mismo tiempo,  experimentar emociones negativas o, incluso, frustrarse debido tanto a la carga de tareas que les exigen desde el cole como, a veces, a la falta de comprensión de alguna de ellas, que les lleve a percibir los deberes como algo difícil e imposible de realizar.

 

Dicho todo esto, debemos tener presente siempre el momento y las circunstancias que estamos viviendo todos en casa y tratar de cambiar en la medida de lo posible los comportamientos de los niños, empleando para ello dos técnicas esenciales en la modificación de conducta: el refuerzo y la extinción.

 

En el caso del refuerzo, partimos de la base de que nos centraremos en aquellas conductas positivas que queremos que se repitan. Por el contrario, si que desaparezca alguna conducta negativa, intentaremos reformularla de forma que se convierta en algo positivo que el niño tenga que repetir. Así, utilizaremos el refuerzo positivo cuando lo que pretendemos es que ciertas conductas sean repetidas, y para conseguirlo las reforzaremos cada vez que se produzcan.  En este caso ofreceremos al niño un estímulo agradable como consecuencia de la realización de una conducta.

Ejemplo: si queremos que se coma las lentejas que hay hoy para comer y sabemos que no son su plato favorito podemos premiarlo cuando acabe de comer con un postre que le guste mucho.

 

Es crucial que este estímulo aparezca inmediatamente de dicha conducta; de lo contrario no conseguiremos el efecto deseado.  Dicho estímulo agradable o premio puede ser desde una chuchería hasta un abrazo o una felicitación por la conducta realizada.

Ejemplo: si el niño está frustrado con la tarea escolar porque cree que es muy difícil y no la va a saber hacer, cuando lo consiga podemos felicitarle para que vea que sí que puede y motivarlo para que lo vuelva a intentar en otras situaciones similares.

 

 

Lo que pretendemos empleando esta técnica es centrarnos en las conductas positivas que queremos que se repitan, dejando de lado las negativas.  Como hemos comentado antes, para conseguir un adecuado equilibrio emocional estos días es importante que el niño vaya, poco a poco, adquiriendo unos hábitos y rutinas que le van a hacer más sencillo el día a día. Para ello, consensuaremos un horario con ellos en el que aparezcan tanto las tareas escolares como las actividades de ocio, y estableceremos una serie de normas a cumplir en el hogar. Estas normas deberán redactarse siempre en positivo.

Por ejemplo, si queremos que después de jugar recoja su cuarto, deberíamos redactarla de la siguiente forma: “Recojo mi habitación cuando termino de jugar” y no “Dejo mi habitación desordenada”. De esta forma conseguiremos motivar más al niño. Además, de igual manera que en el caso descrito anteriormente, podemos establecer un premio o recompensa tras la realización de las conductas que hemos establecido en las normas y que queremos que se repitan. En el caso de recoger el cuarto, podemos instaurar que tras la realización de esta conducta, buscaremos un video de relajación en Youtube y lo practicaremos juntos.

 

Aunque hemos dicho previamente que queremos centrarnos en las conductas positivas, es muy probable que en algún momento aparezca alguna negativa que se mantenga en el tiempo. Cuando queramos eliminar o reducir una conducta negativa emplearemos la técnica de la extinción. Podríamos decir que este método es todo lo contrario al anterior. Mientras en el reforzamiento tenemos que prestar especial atención a ciertas conductas favorables del niño y premiarlas, en la extinción buscamos eliminar los reforzadores que hacen que la conducta del niño se mantenga en el tiempo.

Por ejemplo, si un niño pequeño dice una palabrota y nosotros nos reímos, volverá a decirla porque estamos reforzándolo, muchas veces de forma inconsciente.

 

Pongamos el ejemplo de un niño que tiene rabietas y tira cosas al suelo cada vez que le proponemos hacer una actividad que no le apetece, como los deberes. Si nuestra actitud ante esta situación es prestarle atención, pedirle en ese instante que recoja lo que ha tirado o intentar razonar con él, lo único que vamos a conseguir es que su nivel de ira y  frustración aumenten y que se sienta reforzado, puesto que ha conseguido captar nuestra atención.

 

 

Por el contrario, lo que debemos hacer es intentar ignorar dicha conducta,  procurando evitar el contacto ocular con el niño, hacer algún tipo de gesto o comentario así como la confrontación. Dejaremos que se vaya a su habitación si así lo desea, se calme y, cuando la situación haya vuelto a la normalidad, le pediremos por favor recoja lo que ha tirado y nos pondremos a trabajar como si nada hubiese pasado. En este sentido es importante no volver a sacar el tema ni recriminarle su actitud, ya que puede sentirse atacado y la situación desagradable volvería a comenzar.

 

Quizás esta técnica es más difícil de aplicar que la anterior, pues implica que nos mantengamos impasibles ante una conducta del niño que nos va a poner nerviosos y es probable que en algún momento nos saque de quicio.

 

Desde Ekai os animamos a que pongáis en práctica estas técnicas si os encontráis en alguna situación conflictiva con vuestros hijos durante estas semanas y, si tenéis cualquier duda o necesitáis ayuda, no dudéis en poneros en contacto con nosotras. Seguimos trabajando con las familias de forma online.